Creyente elige bien tu jesusito, no la caguesis...
Gobernando Roma el emperador Claudio (41 a 54 dne.) murió su amigo, el rey Herodes Agrippa I, nacido en Roma, donde fue educado como príncipe, hacia el 10 ane., casi la misma fecha que ahora se atribuye a Cristo, según los datos comparados de los cuatro evangelios “ortodoxos”, por Roma (7 ó 6 ane).
Los hijos de Herodes I, idumeo (de Edom) con Mariamme, los legítimos herederos a la corona de Israel como asmoneos descendientes de Juan Hircano y davidas (de David), Alejandro y Aristóbulo, que morirían estrangulados por orden paterna, nacieron en aquellas fechas y es patente que el idumeo, cuyo reino se debía al apoyo del enemigo romano, no se fiaba de su mujer.
Mariamme, lógicamente, le odiaba por el trato recibido por ella, esclavizada y casada a la fuerza, y sus familiares asesinados: padres, primos y tíos, por lo que Herodes I el Grande se aseguraba el trono de posibles reclamaciones o rebeliones.
El Herodes que reinaba cuando la supuesta muerte de Jesús era Herodes Antipas (nacido hacia 20 ane. y rey a la muerte de su padre, el 4 ane y hasta el 39 dne), hijo de Herodes I el Grande, y se casó con Herodías, viuda de Filipo II. El hijo de Agripa I, Herodes Agripa II, fue nombrado por Claudio rey de Gaulanítide, Traconítide, Batanea, Paneas y parte de Perea, recibiendo el reino de Calcidia a la muerte de su tío Herodes.
Durante la guerra del 66 al 70, Agrippa II se mantuvo fiel a Roma cuando Nerón envió a Vespasiano y a Tito Flavio Vespasiano, que acabaría destruyendo el último templo de Jerusalén (70 dne.), ya reinando su padre, el emperador Vespasiano; tres años más tarde, cayó la última fortaleza hebrea, Masadá.
Las fechas de su reinado son muy discutidas, así como su fin. Se dice que tras ayudar a Tito a tomar y destruir Jerusalén marchó con su hermana y esposa, Berenice, a Italia, hacia el 68 dne. Otros autores datan su muerte hacia el 93 dne. o aún el 100.
“Cuatro años antes de la guerra”, es decir hacia el año 62, “un tal Jesús, hijo de Ananías, un campesino de clase humilde... vino a la fiesta, en la que todos acostumbran a levantar tiendas en honor de Dios, y de pronto se puso a gritar en el Templo: “Voz de Oriente, voz de Occidente, voz de los cuatro vientos, voz que va contra Jerusalén y contra el Templo, voz contra los recién casados y contra las recién casadas, voz contra todo el pueblo”. Iba por todas las calles vociferando estas palabras de día y de noche. Algunos ciudadanos notables se irritaron ante estos malos augurios, apresaron a Jesús y le dieron en castigo muchos golpes... pero él seguía igual que antes”.
Sucede esto mientras Albino era procurador (entre el 62 y el 64, después de Festo y antes que Gesio Floro), y éste le libera tras latigazos sin quejas ni respuestas pues “juzgó que estaba loco”. Y persiste Jesús, gritando y recibiendo palos y latigazos: “Durante siete años y cinco meses no perdió su voz ni se cansó”. Al fin, acaecida la guerra, morirá, mientras clama desde la muralla, “por una piedra lanzada por una balista” (VI, 309).
Es hacia el año 67 cuando se cita otro Jesús por Josefo: “El más anciano de los sumos sacerdotes después de Anano” (IV, 238). Los idumeos y los zelotes, en rebeldía contra el orden sacerdotal, al que consideran aliado a Roma, asesinan a los sacerdotes, profanan el templo...: “Subidos sobre sus cadáveres se burlaban de Anano, por su benevolencia para con el pueblo, y de Jesús por sus palabras pronunciadas desde la muralla... Tal fue el final de Anano y Jesús”.
En VI, 387, Josefo habla de otro Jesús, muy interesante, hacia el año 70: “En estos mismos días uno de los soldados de caballería, de nombre Jesús, hijo de Zebedeo, recibió de César garantías, bajo juramento, de que conservaría su vida a condición de que le diera alguno de los tesoros sagrados. Este individuo salió y desde el muro del Templo entregó dos candelabros iguales a los que había en el santuario, mesas, cráteras y vasos, todos ellos completamente de oro macizo. También le ofreció los velos, las vestimentas de los sumos sacerdotes con sus gemas y otros muchos de los objetos que se usaban en el culto”. ¿Era alguno de ésos el jesusito?
Recordemos que los evangelios llaman a Juan y a Iago ("Sant"iago): “hijos de Zebedeo”, y a Juan, hermano de Jesús.
Pedro, Cefás, era apodado Barionas: “Hijo de Juan”.
“En síntesis: entre los años 40 ane. y 73 dne., Flavio Josefo menciona por lo menos cinco mesías militares judíos, sin incluir a Jesús o Juan el Bautista. Estos son: Atrongeo, Teudas, el anónimo “canalla” ejecutado por Félix, el “falso profeta” egipcio judío y Má-name. Pero Josefo alude repetidas veces a otros mesías o profetas de mesías que no se molesta en nombrar o describir.
Por añadidura, parece muy probable que el linaje entero de guerrilleros-bandidos-zelotes, descendientes de Ezequias a través de Judas de Galilea, Manahem y Eleazar, fuera considerado por muchos de sus seguidores de mesías o profetas de mesías”.
El fariseo Flavio Josefo proclamará a los judíos que el Mesías esperado es Vespasiano, y después su hijo y sucesor, Tito, sin mucho éxito, claro.
Demasiada competencia acabó con el negocio familiar en manos de las grandes multinacionales. Por si alguien tampoco lo sabía la globalización, en tiempos de Roma, ya era antigua. En esas estamos, para diez millones de carpetovetónicos, al fin del neolítico, del Ebro abajo.
Los hijos de Herodes I, idumeo (de Edom) con Mariamme, los legítimos herederos a la corona de Israel como asmoneos descendientes de Juan Hircano y davidas (de David), Alejandro y Aristóbulo, que morirían estrangulados por orden paterna, nacieron en aquellas fechas y es patente que el idumeo, cuyo reino se debía al apoyo del enemigo romano, no se fiaba de su mujer.
Mariamme, lógicamente, le odiaba por el trato recibido por ella, esclavizada y casada a la fuerza, y sus familiares asesinados: padres, primos y tíos, por lo que Herodes I el Grande se aseguraba el trono de posibles reclamaciones o rebeliones.
El Herodes que reinaba cuando la supuesta muerte de Jesús era Herodes Antipas (nacido hacia 20 ane. y rey a la muerte de su padre, el 4 ane y hasta el 39 dne), hijo de Herodes I el Grande, y se casó con Herodías, viuda de Filipo II. El hijo de Agripa I, Herodes Agripa II, fue nombrado por Claudio rey de Gaulanítide, Traconítide, Batanea, Paneas y parte de Perea, recibiendo el reino de Calcidia a la muerte de su tío Herodes.
Durante la guerra del 66 al 70, Agrippa II se mantuvo fiel a Roma cuando Nerón envió a Vespasiano y a Tito Flavio Vespasiano, que acabaría destruyendo el último templo de Jerusalén (70 dne.), ya reinando su padre, el emperador Vespasiano; tres años más tarde, cayó la última fortaleza hebrea, Masadá.
Las fechas de su reinado son muy discutidas, así como su fin. Se dice que tras ayudar a Tito a tomar y destruir Jerusalén marchó con su hermana y esposa, Berenice, a Italia, hacia el 68 dne. Otros autores datan su muerte hacia el 93 dne. o aún el 100.
“Cuatro años antes de la guerra”, es decir hacia el año 62, “un tal Jesús, hijo de Ananías, un campesino de clase humilde... vino a la fiesta, en la que todos acostumbran a levantar tiendas en honor de Dios, y de pronto se puso a gritar en el Templo: “Voz de Oriente, voz de Occidente, voz de los cuatro vientos, voz que va contra Jerusalén y contra el Templo, voz contra los recién casados y contra las recién casadas, voz contra todo el pueblo”. Iba por todas las calles vociferando estas palabras de día y de noche. Algunos ciudadanos notables se irritaron ante estos malos augurios, apresaron a Jesús y le dieron en castigo muchos golpes... pero él seguía igual que antes”.
Sucede esto mientras Albino era procurador (entre el 62 y el 64, después de Festo y antes que Gesio Floro), y éste le libera tras latigazos sin quejas ni respuestas pues “juzgó que estaba loco”. Y persiste Jesús, gritando y recibiendo palos y latigazos: “Durante siete años y cinco meses no perdió su voz ni se cansó”. Al fin, acaecida la guerra, morirá, mientras clama desde la muralla, “por una piedra lanzada por una balista” (VI, 309).
Es hacia el año 67 cuando se cita otro Jesús por Josefo: “El más anciano de los sumos sacerdotes después de Anano” (IV, 238). Los idumeos y los zelotes, en rebeldía contra el orden sacerdotal, al que consideran aliado a Roma, asesinan a los sacerdotes, profanan el templo...: “Subidos sobre sus cadáveres se burlaban de Anano, por su benevolencia para con el pueblo, y de Jesús por sus palabras pronunciadas desde la muralla... Tal fue el final de Anano y Jesús”.
En VI, 387, Josefo habla de otro Jesús, muy interesante, hacia el año 70: “En estos mismos días uno de los soldados de caballería, de nombre Jesús, hijo de Zebedeo, recibió de César garantías, bajo juramento, de que conservaría su vida a condición de que le diera alguno de los tesoros sagrados. Este individuo salió y desde el muro del Templo entregó dos candelabros iguales a los que había en el santuario, mesas, cráteras y vasos, todos ellos completamente de oro macizo. También le ofreció los velos, las vestimentas de los sumos sacerdotes con sus gemas y otros muchos de los objetos que se usaban en el culto”. ¿Era alguno de ésos el jesusito?
Recordemos que los evangelios llaman a Juan y a Iago ("Sant"iago): “hijos de Zebedeo”, y a Juan, hermano de Jesús.
Pedro, Cefás, era apodado Barionas: “Hijo de Juan”.
“En síntesis: entre los años 40 ane. y 73 dne., Flavio Josefo menciona por lo menos cinco mesías militares judíos, sin incluir a Jesús o Juan el Bautista. Estos son: Atrongeo, Teudas, el anónimo “canalla” ejecutado por Félix, el “falso profeta” egipcio judío y Má-name. Pero Josefo alude repetidas veces a otros mesías o profetas de mesías que no se molesta en nombrar o describir.
Por añadidura, parece muy probable que el linaje entero de guerrilleros-bandidos-zelotes, descendientes de Ezequias a través de Judas de Galilea, Manahem y Eleazar, fuera considerado por muchos de sus seguidores de mesías o profetas de mesías”.
El fariseo Flavio Josefo proclamará a los judíos que el Mesías esperado es Vespasiano, y después su hijo y sucesor, Tito, sin mucho éxito, claro.
Demasiada competencia acabó con el negocio familiar en manos de las grandes multinacionales. Por si alguien tampoco lo sabía la globalización, en tiempos de Roma, ya era antigua. En esas estamos, para diez millones de carpetovetónicos, al fin del neolítico, del Ebro abajo.
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