La Solución Final: ¿Verdes o nazis?
Que tras la bandera verde se esconden muchos desvergonzados oportunistas es, podría decirse, el mismo común denominador de cualquier otra faceta de lo humano. Pero no debería ser normal que se permitiera, en una democracia, la creación de partidos cuya existencia tiene como objetivo único restar votos al contrario despistando al votante enemigo, sumiéndole en el caos a la hora de saber cual es aquel que realmente defiende sus intereses.
Los comunistas tenemos un símbolo antiguo y archiconocido, descartado por los anticomunistas que ocupan escaños de votos comunistas. No fuera a ser que todos los votos comunistas se juntaran en una candidatura de y para la defensa de la clase que se considera y es trabajadora, y no, como ahora, a defender los sueldos de los hijos de la burguesía disfrazados de Gramsci en bicicleta, en plan neorealismo y Vittorio de Sica... ¡Vivan los ladrones de bicicletas!
Que la visión "ecologista" es una visión muy miope del conflicto humano, puede resultar complicado de entender, hasta que se construye un costosísimo canal, como el de les Garrigues, en Lleida, vindicado secularmente por decenas de generaciones de payeses, y a la hora de regar les dicen en Europa, entre blanqueo y paseo, que no, que ahí descansan unas aves sagradas, pues con su oportuna y privada caza se distraerán reyes y señores en territorios que al payés de Lleida le suenan a cachondeo.
En Euzkadi hay idiotas que pretenden acabar con la caza anual migratoria de palomas, dirigidas hacia unos u otros valles mediante el lanzamiento de una especie autóctona de boomerang que las asusta y hace cambiar de rumbo. No recuerdo de memoria el nombre, pero es tan antiguo como la txapela y la piedra cúbica, al menos.
Son los mismos idiotas que se quejan al ayuntamiento cuando las colegas columbas defecan sobre sus terrazas, coches y balcones, exigiendo su exterminio, henchidos de coherencia católica.
Pero el regreso al malthusianismo como Solución Final al cacareado cambio climático no me lo esperaba ni yo. Porque la Solución Final, después de Malthus, ya la intentaron aplicar las monarquías absolutistas en alianza con Roma, o el mismito Hitler con sus colegas Himmler y Hess, y los sionistas antisemitas de Israel con los palestinos, pero habíamos quedado que "no todo vale".
Máxime cuando aún hay que aclarar definitivamente si habrá más calor o más frío en Oklahoma, baby, y se olvida que los siberianos están que botan por el retorno del clima que a ellos les va bien, como ya conocieron hace 5.000 años, cuando el clima mundial era entre 2 ó 3º C. más cálido.
Porrit, Lovelock, el príncipe Charles... ¿Verdes o nazis?
Carles.
Como líder histórico del Partido verde en el Reino Unido, director de los Amigos de la Tierra (Friends of the Earth) y más tarde director del Fórum del Futuro (Forum for the Future), Sir Jonathon Porritt se ha convertido en el "experto" de referencia en los debates británicos sobre el medio ambiente.
Además de sus actividades como administrador de Wesser Water, un poderoso consorcio de distribución de agua potable, Porrit está desarrollando un importante "ariete pensante", el Optimum Population Trust, que se dedica al estudio de los problemas demográficos.
Después de comprobar las dificultades a las que se está enfrentando la población mundial y su medio natural, Jonathan Porrit no ha llegado a la conclusión de que se impone una revisión a fondo de la sociedad de consumo sino de que se hace indispensable reducir la población mundial a la mitad.
En efecto, en sus más recientes intervenciones, Jonathon Porrit se pronunció por la reducción de la población británica de 61 millones de personas a 30 millones. Para ello tiene la intención de estimular el control de nacimientos, la contracepción y el aborto. Afirma además que su plan global en ese sentido constituye la menos costosa de las soluciones para detener el calentamiento global.
(Todo ello basándose en una encuesta de dudosísima cientificidad y objetividad, realizada sobre un muestreo de población de 2.000 personas totalmente parcial, circunscrito a la aristocrática City de Londres. Carles).
Jonathan Porritt es actualmente el principal consejero del príncipe Charles y del primer ministro laborista Gordon Brown en materia de ecología. Sus teorías gozan de buena acogida tanto en esos círculos autodenominados de izquierdas como en el seno de la derecha más reaccionaria, incluído Al Gore.
El jefe de la oposición, el ultraconservador David Cameron, se ha mostrado abierto a ellas. Pero hay voces que se alzan en su contra, incluso entre los mismos Verdes.
Una de esas voces es la del periodista ambientalista de The Guardian, George Monbiot. Este último no critica el aspecto autoritario de una política de reducción demográfica (sobre todo porque su propia solución personal para luchar contra el calentamiento global es la imposición de tickets de racionamiento de CO2) sino que se opone a ella por estimar que sería un golpe fatal para el crecimiento económico y el capitalismo.
El problema del calentamiento global como causa del cambio climático es en definitiva un aspecto secundario de este debate. Lo esencial es que se trata de un renacimiento del malthusianismo. En aras de reducir la población británica, Jonathan Porritt propone además que se prohíba la inmigración, lo cual le ha garantizado el apoyo del ministro laborista de Inmigración, Phil Woolas.
Voltairenet.org
De científico de GAIA a patrón del OPT (Trust para la Población Óptima)
James Lovelock, el científico responsable de la teoría de Gaia, describe a los ecologistas que hacen campaña sobre el cambio de clima pero ignoran el crecimiento demográfico como irracionales, ignorantes que “ocultan la verdad”.
El Dr. Lovelock, nuevo patrón del Trust para la población óptima (OPT) dijo que los dos problemas ambientales eran inseparables y que los verdes invitados “reconocen la verdad pero callan” sobre la conexión entre el crecimiento en número de los humanos y el calentamiento global.
En una declaración publicada por el Trust, dijo: “Los que no pueden ver que el cambio del crecimiento demográfico y de clima son dos caras de la misma moneda son ignorantes u ocultan la verdad. Estos dos problemas ambientales enormes son inseparables y discutir uno mientras que se ignora el otro es irracional”.
El Dr. Lovelock añadió: “¿Cómo podemos disminuir emisiones de carbono y la utilización del suelo mientras que el número de emisores y el espacio que ocupan aumentan implacablemente? ¿Cuándo los ecologistas que demandan "ser verde" reconocerán la verdad y hablarán claro?".
El Dr. Lovelock, que ha advertido que el cambio de clima causará la mortandad de masas humanas durante el siglo que viene, reduciendo el total de la población del mundo a tan poco como la mitad del mil millones (500 millones sobre los 6.800 largos actuales), se une a una lista distinguida de patrones que incluye a sir David Attenborough, el locutor y cineasta; el primatólogo y ecologista renombrado Jane Goodall; el Profesor Aubrey Manning, presidente de la fauna del Reino Unido; Jonathon Porritt, miembro de la Comisión BRITÁNICA de desarrollo sostenible; y sir Crispin Tickell, el ex-diplomático acreditado con el “ponerse verde” de la primera ministra Margaret Thatcher.
Roger Martin, miembro del OPT, dijo que lo encantaron para acoger con satisfacción al Dr. Lovelock como patrón del OPT. “El mundo debe concluir un nuevo tratado del cambio de clima en Copenhague en diciembre, así que éste es un momento para cualquier persona preocupada por el futuro de la humanidad y del planeta.
“Necesitamos desesperadamente recordar que el crecimiento demográfico futuro no es un "hecho" que deba ser aceptado pasivamente sino algo sobre lo cual tenemos control, y que limitándolo se podría por lo tanto desempeñar un papel mayor en la contención de las emisiones. **
Trágicamente, el movimiento verde ha elegido olvidar esto. Con la ayuda de individuos "eminentes" tales como James Lovelock, haremos lo mejor recordándolos”.
NOTAS:
* En una declaración anterior publicada este mes, OPT invitó a negociadores sobre el cambio climático a asegurarse de que las políticas de restricción de la población son adoptadas por cada estado en todo el mundo, para combatir el cambio de clima. Los programas de planificación familiar en los países más pobres se deben tratar como candidaturas legítimas para la financiación del cambio climático. Las políticas acertadas sobre población, que respondieron a la necesidad incumplida de una planificación familiar, podrían significar casi tres mil millones menos personas en 2050, una diferencia equivalente al 44 por ciento de la población (6,8 mil millones).
www.optimumpopulation.org/submissions/climatechange09.pdf
** Reproducción y las herencias de carbono de individuos, por Paul Murtaugh y Michael Schlax. La universidad de las ciencias oceánicas y atmosféricas/departamento de estadísticas, Oregon State University, disponible en sciencedirect.com, calcula que en los E.E.U.U. cada niño añade 9.441 toneladas de dióxido de carbono a la herencia del carbono de una hembra media, equivalente a 5,7 veces sus emisiones en el curso de su vida. El estudio concluye: “Las opciones reproductivas de una persona se deben considerar junto con sus actividades cotidianas al evaluar su último impacto en el ambiente global”. Ver también: Una estrategia sobre la base de la población del clima (informe de investigación del OPT).
Trad.: Carles Acózar i Gómez.
El crecimiento de la población no es un problema, se produce en los países que consumen menos. Entonces, ¿por qué nadie acusa a los superricos?
No es una coincidencia que la mayoría de los que están obsesionados con el crecimiento de la población son personas blancas, a quienes ya se les ha pasado el arroz: es por lo único que no pueden ser acusados.
El verdadero problema no es la demografía sino el consumo excesivo de los países ricos, en el que los hiperafortunados dan una imagen ridícula, discute Monbiot.
El brillante científico de los sistemas de la Tierra, James Lovelock, por ejemplo, dijo el mes pasado "Aquel que no vea el crecimiento de la población y el cambio climático como dos caras de la misma moneda son ignorantes o se esconden de la verdad. Estos dos enormes problemas medioambientales son inseparables y discutir uno, ignorando el otro es irracional". Pero es Lovelock quien está siendo ignorante e irracional...
Un estudio publicado ayer en el Diario Environment and Urbanization pone de manifiesto que las regiones donde la población aumentó más rápidamente son aquellas en que las emisiones de dióxido de carbono se han elevado más lenta e inversamente.
Desde 1980 a 2005, el África subsahariana es la causa del 18,5% del crecimiento de la población mundial y sólamente del 2,4% del aumento de las emisiones de CO2.
Norteamérica sóla representa un 4% de los nuevos nacimientos pero un 14% de las emisiones suplementarias. El 63% por ciento del crecimiento demográfico mundial tiene lugar en regiones donde las emisiones de CO2 son muy bajas.
Pero estos simples hechos no describen enteramente la situación. Este estudio indica que el sexto de la población mundial es tan pobre que sus emisiones no son absolutamente significativas, siendo el grupo cuyo crecimiento es, al parecer, más elevado. Los hogares en la India que ganan menos de 3000 rupias al mes (43 € - 66 CHF) consumen por cabeza un quinto de la electricidad y un séptimo del combustible utilizados por un hogar que tenga una renta de 30.000 rupias o más.
Los que duermen en la calle casi no consumen nada.
Los que viven excavando las basuras (una parte importante de la población urbana de desheredados) tienen generalmente un saldo negativo de emisiones de gases de efecto invernadero.
Además, una buena parte de las emisiones de las cuales se considera responsables a los países pobres deberían en toda justicia asignarse a las naciones desarrolladas.
Por ejemplo, las llamaradas de las compañías petrolíferas exportadoras de Nigeria produjeron más gases de efecto invernadero que todas las demás fuentes del África subsahariana juntas. La deforestación en los países pobres es causada principalmente por la explotación comercial de la madera, la carne y los alimentos para animales destinados a los consumidores de los países ricos. Los campesinos pobres hacen muchos menos daños.
David Satterthwaite, el autor de este estudio, destaca que la vieja fórmula enseñada a los estudiantes en desarrollo, según cuál el impacto total (sobre el medio ambiente) es igual a la población multiplicada por la riqueza y la tecnología (I=PRT) es falsa. El impacto total debe medirse así: Consumidores x Riqueza x Tecnología. La mayoría de la población mundial consume poco, así que no figura en esta ecuación. Y es ella la que tiene más niños.
Mientras que sólo hay una muy escasa correlación entre recalentamiento global y crecimiento demográfico, hay por el contrario una fuerte correlación entre recalentamiento global y riqueza.
Recientemente lancé un vistazo sobre algunos superyates, del estilo al que acostumbran los Ministros laboristas. En primer lugar recogí las especificaciones del Real Falcon Fleet' s RF 135, pero cuando descubrí que no consumía más que 750 l. de fuel por hora, comprendí que éso no iba a impresionar a Lord Mandelson.
El Overmarine Mangusta 105, que bombea sus 850 litros por hora, apenas sorprendería en Brighton. Pero la tina que de verdad atrajo mi atención es construida por Wally Yates en Mónaco. El WallyPower 118, que confiere a los perfectos imbéciles un sentimiento de potencia -en jerga inglesa, wally significa imbécil, ndt- consume 3.400 l. por hora, cuando navega a 60 nudos. No está lejos de un litro por segundo. O medido de otra forma, 31 litros por kilómetro.
Por supuesto, para hacer un verdadero tabaco, debería ofrecer la teca y los accesorios en caoba de mahogany, algún jet-esquí, así como un mini submarino, transportar a mis huéspedes al puerto en jet privado y en helicóptero, ofrecerles sushis de atún rojo y de caviar beluga, y empujar el monstruo tan rápidamente que tajaría sutilmente al menos la mitad de las especies. Como proprietario de uno de estos yates causaría más daño a la biosfera, en 10 minutos, como la mayoría de los africanos no podrían hacerlo a lo largo de toda una vida. Ahí: éso calienta de verdad, bebé…
Una de mis relaciones, que frecuenta a gente muy rica, me dice que en el suburbio de los banqueros, el lower Thames valley, se calientan algunas piscinas exteriores a una temperatura suficiente para bañarse todo el año. Los propietarios adoran hundirse en su piscina durante las noches de invierno y observar las estrellas. La calefacción les cuesta 3200 € (4 900 CHFES) al mes. Cientos de miles de personas que vivieran como estos banqueros agotarían los ecosistemas indispensables para la vida más rápidamente que 10 mil millones de personas que vivieran como los campesinos africanos.
Pero al menos, los hiperafortunados tienen la exquisita actitud de no reproducirse mucho así, los viejos ricos que denuncian el crecimiento demográfico, les dejan tranquilos.
En mayo, el Sunday Times publicaba un artículo titulado: “Un club de multimillonarios anuncia que quiere reducir la superpoblación”.
Revelaba que “varios eminentes multimillonarios americanos se encontraron secretamente” con el fin de decidir qué buena causa deberían defender. “Un consenso surgió, consistente en apoyar la estrategia que combate el crecimiento demográfico, denunciado como amenaza medioambiental, social e industrial potencialmente desastrosa. En otras palabras, los ultraricos decidieron que son los muy pobres quienes contaminan el planeta. Da pena encontrar una metáfora. Está más allá de la caricatura.
James Lovelock, como Sir David Attenborough y Jonathan Porritt, es uno de los apoyos del Trust para un Óptimo de Población. Sólo una de tantas campañas y organizaciones caritativas entre docenas, cuyo único objetivo es desalentar a la gente a tener niños, en nombre del rescate de la biosfera.
Pero no conseguí encontrar una única fundación cuyo único objetivo consista en ocuparse del impacto en el medio ambiente de los muy ricos.
Los puntillosos podrían discutir que los que procrean rápidamente hoy pudieran enriquecerse en el futuro. Pero, mientras que los hiperafortunados se apropian de una parte siempre creciente y los recursos comienzan a agotarse, esta perspectiva, para la mayoría de los muy pobres, es cada vez más ilusoria. Hay fuertes razones sociales para ayudar al pueblo a controlar su demografía, pero no desde el punto de vista medioambiental, excepto para las poblaciones más fáciles.
El OPT ignora el hecho de que el mundo se dirige hacia una transición demográfica: el índice de crecimiento recula casi por todas partes, y según un artículo publicado por Nature, la población alcanzará un pico durante este siglo, probablemente hasta 10 mil millones. La mayor parte de este crecimiento tendrá lugar entre poblaciones que casi no consumen nada.
Pero nadie prevé una evolución del consumo. La gente tiene menos niños a medida que se enriquecen, pero no consumen menos, consumen más. Como lo muestra el modo de vida de los superricos, no hay límite en la busca del lujo por el hombre.
Como lo muestra el modo de vida de esos superricos puede esperarse que el consumo se desarrolle en paralelo al crecimiento económico hasta que los contadores de la biosfera alcancen el impulso.
Cualquiera que comprenda eso y considere, sin embargo, que no la población sino el consumo, plantea el principal problema “no quiere”, según las palabras de Lovelock, “ver la verdad”. Es la peor forma de paternalismo, que acusa a los pobres de los daños causados por los ricos.
¿Dónde están pues los movimientos que se manifiestan contra los que están podridos de pasta y destruyen nuestros ecosistemas? ¿Dónde están las acciones realizadas contra los superyates y los jets privados? ¿Dónde está pues la Lucha de Clases cuándo se tiene necesidad de ella? Es el momento de tener tripas para llamar a un gato, gato. No es el sexo el problema, es el dinero. No son los pobres el problema, son los ricos.
Trad. Carles Acózar i Gómez.
George Monbiot, The Guardian, le 28 septembre 2009
http://www.ddmagazine.com/George-Monbiot/
En français & english:
George Monbiot charge sabre au clair contre ceux qui affirment que la menace environnementale majeure serait la démographie des pays pauvres. « Ce n’est pas un hasard si la plupart de ceux qui sont obsédés par la croissance de la population mondiale sont de riches hommes blancs, trop âgés pour se reproduire : il s’agit de la seule question environnementale dont ils ne peuvent être tenus responsables», écrit-il. Le véritable problème n’est pas celui de la démographie mais de la consommation excessive des pays riches, dont les hyper-fortunés donnent une image caricaturale, argumente Monbiot.
Ce n’est pas un hasard si la plupart de ceux qui sont obsédés par la croissance de la population mondiale sont de riches hommes blancs, trop âgés pour se reproduire : il s’agit de la seule question environnementale dont ils ne peuvent être tenus responsables. Le brillant scientifique spécialiste des systèmes de la Terre James Lovelock a ainsi affirmé le mois dernier que « ceux qui ne parviennent pas à comprendre que la croissance démographique et le changement climatique sont les deux faces de la même pièce de monnaie sont soit ignorants, soit refusent de voir la vérité. Ces deux énormes problèmes environnementaux sont inséparables et il est irrationnel de discuter de l’un tout en ignorant l’autre. » Mais en l’occurrence, c’est Lovelock qui se montre ignorant et irrationnel.
Une étude publiée hier dans le journal Environment and Urbanization montre que les régions où la population a augmenté le plus rapidement sont celles où les émissions de dioxyde de carbone se sont élevées le plus lentement, et inversement. De 1980 à 2005, l’Afrique sub-saharienne est à l’origine de 18,5 % de la croissance de la population mondiale et seulement de 2,4 % de l’augmentation des émissions de CO2. L’Amérique du Nord ne représente que 4 % des nouvelles naissances, mais 14 % des émissions supplémentaires. Soixante-trois pourcent de la croissance démographique mondiale a lieu dans des régions où les émissions de CO2 sont très basses.
Mais ces faits bruts ne décrivent pas entièrement la situation. Cette étude indique que le sixième de la population mondiale est si pauvre que ses émissions ne sont absolument pas significatives. Tout en étant le groupe dont la croissance est apparemment la plus élevée. Les ménages en Inde qui gagnent moins de 3000 roupies par mois (43 € - 66 CHF) consomment par tête un cinquième de l’électricité et un septième du carburant utilisés par un ménage ayant un revenu de 30 000 roupies ou plus. Ceux qui dorment dans la rue ne consomment presque rien. Ceux qui vivent en fouillant les ordures (une part importante des citadins déshérités) ont le plus souvent un solde négatif d’émission de gaz à effet de serre.
De plus, une bonne part des émissions pour lesquelles les pays pauvres sont tenus responsables devraient en toute justice être attribuée aux nations développées. Par exemple, les torchères des compagnies pétrolières exportatrices du Nigéria ont produit plus de gaz à effet de serre que toutes les autres sources de l’Afrique sub-saharienne réunies. La déforestation dans les pays pauvres est principalement causée par l’exploitation commerciale du bois, de la viande et des aliments pour animaux destinés aux consommateurs des pays riches. Les paysans pauvres font bien moins de dégâts.
David Satterthwaite, l’auteur de cette étude, souligne que la vieille formule enseignée aux étudiants en développement, selon laquelle l’impact total (sur l’environnement) est égal à la population multipliée par la richesse et la technologie (I=PRT) est fausse. L’impact total doit être mesuré ainsi : Consommateurs x Richesse x Technologie. La majorité de la population mondiale consomme si peu qu’elle ne figure même pas dans cette équation. Et c’est elle qui a le plus d’enfants.
Alors qu’il n’y a qu’une très faible corrélation entre réchauffement global et croissance démographique, il y a par contre une forte corrélation entre réchauffement global et richesse. J’ai récemment jeté un coup d’œil sur quelques super-yachts, du style de ceux auxquels sont habitués les ministres travaillistes. J’ai d’abord parcouru les spécifications du Royal Falcon Fleet’s RFF 135, mais lorsque j’ai découvert qu’il ne consommait que 750 l. de fioul par heure, j’ai réalisé que ça n’allait pas impressionner Lord Mandelson. L’Overmarine Mangusta 105, qui pompe ses 850 l. à l’heure ne surprendrait guère à Brighton. Mais le rafiot qui a vraiment retenu mon attention est construit par Wally Yachts à Monaco. Le WallyPower 118 (qui confère aux imbéciles finis un sentiment de puissance [ En argot anglais, wally signifie imbécile - ndt ] ) consomme 3 400 l. à l’heure lorsqu’il file à 60 nœuds. Ce n’est pas loin d’un litre par seconde. Ou mesuré autrement, 31 litres au kilomètre.
Bien sûr, pour faire un vrai tabac, je devrais m’offrir du tek et des accessoires en acajou de mahogany, y ajouter quelques jet skis, ainsi qu’un mini sous-marin, transporter mes invités au port en jet privé et en hélicoptère, leur offrir des sushis de thon rouge et du caviar beluga, et pousser le monstre si rapidement que je hacherais menu au moins la moitié des espèces méditerranéennes. En tant que propriétaire d’un de ces yachts, je provoquerais plus de dégât à la biosphère en 10 minutes que la plupart des Africains ne peuvent le faire au long de toute une vie. Là ça chauffe vraiment, bébé...
L’une de mes relations qui fréquente les gens très riches me dit que dans la banlieue des banquiers, la lower Thames valley, certaines piscines extérieures sont chauffées à une température suffisante pour s’y baigner toute l’année. Les propriétaires adorent plonger dans leur piscine durant les nuits d’hiver et regarder les étoiles. Le chauffage leur coûte 3200 € (4 900 CHF) par mois. Cent mille personnes vivant comme ces banquiers épuiseraient les écosystèmes indispensables à la vie plus rapidement que 10 milliards de personnes vivant comme les paysans africains. Mais au moins, les hyper-nantis ont l’exquise attitude de ne pas se reproduire beaucoup, ainsi les vieux riches qui dénoncent la croissance démographique les laissent tranquilles.
En mai, le Sunday Times publiait un article titré : « Un club de milliardaires annonce qu’il veut réduire la surpopulation. » Il révélait que « plusieurs éminents milliardaires américains se sont rencontrés secrètement » afin de décider quelle bonne cause ils devraient défendre. « Un consensus a émergé, consistant à soutenir une stratégie s’attaquant à la croissance démographique, dénoncée en tant que menace environnementale, sociale et industrielle potentiellement désastreuse. » En d’autres termes, les ultra-riches ont décidé que ce sont les très pauvres qui polluent la planète. On peine à trouver une métaphore. C’est au-delà de la caricature.
James Lovelock, comme Sir David Attenborough et Jonathan Porritt, est l’un des soutiens du Optimum Population Trust. Ce n’est qu’une des campagnes et des organisations caritatives parmi des douzaines dont le seul but est de décourager les gens d’avoir des enfants au nom du sauvetage de la biosphère. Mais je n’ai pas réussi à trouver une seule fondation dont le seul objectif soit de s’occuper des impacts sur l’environnement des très riches.
Les tatillons pourraient argumenter que ceux qui procréent rapidement aujourd’hui pourraient s’enrichir dans le futur. Mais, alors que les hyper-nantis s’approprient une part toujours croissante et que les ressources commencent à se tarir, cette perspective, pour la plupart des très pauvres, est de plus en plus illusoire. Il y a de fortes raisons sociales pour aider les peuples à maîtriser leur démographie, mais pas du point de vue environnemental - sauf pour les populations plus aisées.
L’Optimum Population Trust ignore le fait que le monde se dirige vers une transition démographique : le taux de croissance ralentit presque partout, et selon un article publié par Nature, la population va vraisemblablement atteindre un pic au cours de ce siècle, probablement à 10 milliards. La majeure partie de cette croissance aura lieu dans des populations qui ne consomment presque rien.
Mais personne ne prévoit une évolution de la consommation. Les gens ont moins d’enfants à mesure qu’ils s’enrichissent, mais ils ne consomment pas moins - ils consomment plus. Comme le montre le mode de vie des super-riches, il n’y a pas de limite à la recherche du luxe chez l’homme. On peut s’attendre à ce que la consommation se développe parallèlement à la croissance économique jusqu’à ce que les compteurs de la biosphère atteignent la butée. Quiconque comprend cela et considère néanmoins que la population, et non pas la consommation, pose le principal problème « ne veut pas », selon les mots de Lovelock, « voir la vérité ». C’est la pire forme de paternalisme, qui accuse les pauvres des dégâts occasionnés par les riches.
Où sont donc les mouvements manifestant contre ceux qui sont pourris de fric et détruisent nos écosystèmes ? Où sont les actions menées contre les super-yachts et les jets privés ? Où donc est la Lutte de Classes quand on en a besoin ?
C’est le moment d’avoir les tripes d’appeler un chat un chat. Ce n’est pas le sexe le problème, c’est l’argent. Ce ne sont pas les pauvres le problème, ce sont les riches.
Stop blaming the poor. It's the wally yachters who are burning the planet
Population growth is not a problem - it's among those who consume the least. So why isn't anyone targeting the very rich?
Monday 28 September 2009 21.00 BST
It's no coincidence that most of those who are obsessed with population growth are post-reproductive wealthy white men: it's about the only environmental issue for which they can't be blamed. The brilliant Earth systems scientist James Lovelock, for instance, claimed last month that "those who fail to see that population growth and climate change are two sides of the same coin are either ignorant or hiding from the truth. These two huge environmental problems are inseparable and to discuss one while ignoring the other is irrational." But it's Lovelock who is being ignorant and irrational.
A paper published yesterday in the journal Environment and Urbanization shows that the places where population has been growing fastest are those in which carbon dioxide has been growing most slowly, and vice versa. Between 1980 and 2005, for instance, sub-Saharan Africa produced 18.5% of the world's population growth and just 2.4% of the growth in CO2. North America turned out only 4% of the extra people, but 14% of the extra emissions. Sixty-three percent of the world's population growth happened in places with very low emissions.
Even this does not capture it. The paper points out that about one sixth of the world's population is so poor that it produces no significant emissions at all. This is also the group whose growth rate is likely to be highest. Households in India earning less than 3,000 rupees (£40) a month use a fifth of the electricity per head and one seventh of the transport fuel of households earning 30,000 rupees or more. Street sleepers use almost nothing. Those who live by processing waste (a large part of the urban underclass) often save more greenhouse gases than they produce.
Many of the emissions for which poorer countries are blamed should in fairness belong to the developed nations. Gas flaring by companies exporting oil from Nigeria, for instance, has produced more greenhouse gases than all other sources in sub-Saharan Africa put together. Even deforestation in poor countries is driven mostly by commercial operations delivering timber, meat and animal feed to rich consumers. The rural poor do far less harm.
The paper's author, David Satterthwaite, points out that the old formula taught to students of development – that total impact equals population times affluence times technology (I = PAT) – is wrong. Total impact should be measured as I = CAT: consumers times affluence times technology. Many of the world's people use so little that they wouldn't figure in this equation. They are the ones who have most children.
While there's a weak correlation between global warming and population growth, there's a strong correlation between global warming and wealth. I've been taking a look at a few super-yachts, as I'll need somewhere to entertain Labour ministers in the style to which they are accustomed. First I went through the plans for Royal Falcon Fleet's RFF135, but when I discovered that it burns only 750 litres of fuel per hour I realised that it wasn't going to impress Lord Mandelson. I might raise half an eyebrow in Brighton with the Overmarine Mangusta 105, which sucks up 850 litres per hour. But the raft that's really caught my eye is made by Wally Yachts in Monaco. The WallyPower 118 (which gives total wallies a sensation of power) consumes 3,400 litres per hour when travelling at 60 knots. That's nearly a litre per second. Another way of putting it is 31 litres per kilometre.
Of course, to make a real splash I'll have to shell out on teak and mahogany fittings, carry a few jetskis and a mini-submarine, ferry my guests to the marina by private plane and helicopter, offer them bluefin tuna sushi and beluga caviar, and drive the beast so fast that I mash up half the marine life of the Mediterranean. As the owner of one of these yachts I'll do more damage to the biosphere in 10 minutes than most Africans inflict in a lifetime. Now we're burning, baby.
Someone I know who hangs out with the very rich tells me that in the banker belt of the lower Thames valley there are people who heat their outdoor swimming pools to bath temperature, all round the year. They like to lie in the pool on winter nights, looking up at the stars. The fuel costs them £3,000 a month. One hundred thousand people living like these bankers would knacker our life support systems faster than 10 billion people living like the African peasantry. But at least the super wealthy have the good manners not to breed very much, so the rich old men who bang on about human reproduction leave them alone.
In May the Sunday Times carried an article headlined "Billionaire club in bid to curb overpopulation". It revealed that "some of America's leading billionaires have met secretly" to decide which good cause they should support. "A consensus emerged that they would back a strategy in which population growth would be tackled as a potentially disastrous environmental, social and industrial threat." The ultra-rich, in other words, have decided that it's the very poor who are trashing the planet. You grope for a metaphor, but it's impossible to satirise.
James Lovelock, like Sir David Attenborough and Jonathan Porritt, is a patron of the Optimum Population Trust. It is one of dozens of campaigns and charities whose sole purpose is to discourage people from breeding in the name of saving the biosphere. But I haven't been able to find any campaign whose sole purpose is to address the impacts of the very rich.
The obsessives could argue that the people breeding rapidly today might one day become richer. But as the super wealthy grab an ever greater share and resources begin to run dry, this, for most of the very poor, is a diminishing prospect. There are strong social reasons for helping people to manage their reproduction, but weak environmental reasons – except among wealthier populations.
The Optimum Population Trust glosses over the fact that the world is going through demographic transition: population growth rates are slowing down almost everywhere and the number of people is likely, according to a paper in Nature, to peak this century, probably at about 10 billion. Most of the growth will take place among those who consume almost nothing.
But no one anticipates a consumption transition. People breed less as they become richer, but they don't consume less – they consume more. As the habits of the super-rich show, there are no limits to human extravagance. Consumption can be expected to rise with economic growth until the biosphere hits the buffers. Anyone who understands this and still considers that population, not consumption, is the big issue is, in Lovelock's words, "hiding from the truth". It is the worst kind of paternalism, blaming the poor for the excesses of the rich.
So where are the movements protesting about the stinking rich destroying our living systems? Where is the direct action against super-yachts and private jets? Where's Class War when you need it?
It's time we had the guts to name the problem. It's not sex; it's money. It's not the poor; it's the rich.
August 26 2009
GAIA SCIENTIST TO BE OPT PATRON
Greens “hiding from the truth” on population and climate change
James Lovelock, the scientist responsible for the Gaia theory, today (Wednesday, August 26) describes environmentalists who campaign on climate change but ignore population growth as irrational, ignorant or “hiding from the truth”.
Dr. Lovelock, whose appointment as a patron of the Optimum Population Trust is announced today, said the two environmental problems were inseparable and called on greens to “recognise the truth and speak out” on the link between rising human numbers and global warming.*
In a statement released by the trust, he said: “Those who fail to see that population growth and climate change are two sides of the same coin are either ignorant or hiding from the truth. These two huge environmental problems are inseparable and to discuss one while ignoring the other is irrational.”
Dr. Lovelock added: “How can we possibly decrease carbon emissions and land use while the number of emitters and the space they occupy remorselessly increases? When will the environmentalists who claim to be green recognise the truth and speak out?”
Dr. Lovelock, who has warned that climate change will cause mass human mortality over the coming century, reducing the world population total to as little as half a billion, joins a distinguished list of patrons which includes broadcaster and film-maker Sir David Attenborough; the world-renowned primatologist and environmentalist Jane Goodall; Professor Aubrey Manning, president of the UK’s Wildlife Trusts; Jonathon Porritt, former chair of the UK Sustainable Development Commission; and Sir Crispin Tickell, the ex-diplomat credited with the “greening” of former Prime Minister Lady Thatcher (for full list of patrons see below).
Roger Martin, chair of OPT, said he was delighted to welcome Dr. Lovelock as an OPT patron. “The world is due to conclude a new climate change treaty at Copenhagen in December so this is a critical time for anyone concerned with the future of humanity and of the planet.
“We desperately need to remember that future population growth is not a ‘fact’ to be passively accepted but something over which we have control, and that limiting it could therefore play a major role in curbing emissions.** Tragically, the green movement has chosen to forget this. With the help of eminent individuals such as James Lovelock, we will do our best to remind them.”
NOTES:
*In a statement issued earlier this month, OPT called on climate change negotiators to ensure that population restraint policies are adopted by every state worldwide to combat climate change. Family planning programmes in poorer countries should be treated as legitimate candidates for climate change funding. Successful population policies, which answered the unmet need for family planning, could mean nearly three billion fewer people in 2050, a difference equivalent to 44 per cent of current world population (6.8 billion). See: www.optimumpopulation.org/submissions/climatechange09.pdf
**Reproduction and the carbon legacies of individuals, by Paul Murtaugh and Michael Schlax, College of Oceanic and Atmospheric Sciences/Department of Statistics, Oregon State University, available on sciencedirect.com, calculates that in the US each child adds 9,441 tonnes of carbon dioxide to the carbon legacy of an average female, equivalent to 5.7 times her lifetime emissions. The study concluded: “A person’s reproductive choices must be considered along with [their] day-to-day activities when assessing [their] ultimate impact on the global environment.” See also: A Population-Based Climate Strategy (OPT Research Briefing).
Los comunistas tenemos un símbolo antiguo y archiconocido, descartado por los anticomunistas que ocupan escaños de votos comunistas. No fuera a ser que todos los votos comunistas se juntaran en una candidatura de y para la defensa de la clase que se considera y es trabajadora, y no, como ahora, a defender los sueldos de los hijos de la burguesía disfrazados de Gramsci en bicicleta, en plan neorealismo y Vittorio de Sica... ¡Vivan los ladrones de bicicletas!
Que la visión "ecologista" es una visión muy miope del conflicto humano, puede resultar complicado de entender, hasta que se construye un costosísimo canal, como el de les Garrigues, en Lleida, vindicado secularmente por decenas de generaciones de payeses, y a la hora de regar les dicen en Europa, entre blanqueo y paseo, que no, que ahí descansan unas aves sagradas, pues con su oportuna y privada caza se distraerán reyes y señores en territorios que al payés de Lleida le suenan a cachondeo.
En Euzkadi hay idiotas que pretenden acabar con la caza anual migratoria de palomas, dirigidas hacia unos u otros valles mediante el lanzamiento de una especie autóctona de boomerang que las asusta y hace cambiar de rumbo. No recuerdo de memoria el nombre, pero es tan antiguo como la txapela y la piedra cúbica, al menos.
Son los mismos idiotas que se quejan al ayuntamiento cuando las colegas columbas defecan sobre sus terrazas, coches y balcones, exigiendo su exterminio, henchidos de coherencia católica.
Pero el regreso al malthusianismo como Solución Final al cacareado cambio climático no me lo esperaba ni yo. Porque la Solución Final, después de Malthus, ya la intentaron aplicar las monarquías absolutistas en alianza con Roma, o el mismito Hitler con sus colegas Himmler y Hess, y los sionistas antisemitas de Israel con los palestinos, pero habíamos quedado que "no todo vale".
Máxime cuando aún hay que aclarar definitivamente si habrá más calor o más frío en Oklahoma, baby, y se olvida que los siberianos están que botan por el retorno del clima que a ellos les va bien, como ya conocieron hace 5.000 años, cuando el clima mundial era entre 2 ó 3º C. más cálido.
Porrit, Lovelock, el príncipe Charles... ¿Verdes o nazis?
Carles.
Como líder histórico del Partido verde en el Reino Unido, director de los Amigos de la Tierra (Friends of the Earth) y más tarde director del Fórum del Futuro (Forum for the Future), Sir Jonathon Porritt se ha convertido en el "experto" de referencia en los debates británicos sobre el medio ambiente.
Además de sus actividades como administrador de Wesser Water, un poderoso consorcio de distribución de agua potable, Porrit está desarrollando un importante "ariete pensante", el Optimum Population Trust, que se dedica al estudio de los problemas demográficos.
Después de comprobar las dificultades a las que se está enfrentando la población mundial y su medio natural, Jonathan Porrit no ha llegado a la conclusión de que se impone una revisión a fondo de la sociedad de consumo sino de que se hace indispensable reducir la población mundial a la mitad.
En efecto, en sus más recientes intervenciones, Jonathon Porrit se pronunció por la reducción de la población británica de 61 millones de personas a 30 millones. Para ello tiene la intención de estimular el control de nacimientos, la contracepción y el aborto. Afirma además que su plan global en ese sentido constituye la menos costosa de las soluciones para detener el calentamiento global.
(Todo ello basándose en una encuesta de dudosísima cientificidad y objetividad, realizada sobre un muestreo de población de 2.000 personas totalmente parcial, circunscrito a la aristocrática City de Londres. Carles).
Jonathan Porritt es actualmente el principal consejero del príncipe Charles y del primer ministro laborista Gordon Brown en materia de ecología. Sus teorías gozan de buena acogida tanto en esos círculos autodenominados de izquierdas como en el seno de la derecha más reaccionaria, incluído Al Gore.
El jefe de la oposición, el ultraconservador David Cameron, se ha mostrado abierto a ellas. Pero hay voces que se alzan en su contra, incluso entre los mismos Verdes.
Una de esas voces es la del periodista ambientalista de The Guardian, George Monbiot. Este último no critica el aspecto autoritario de una política de reducción demográfica (sobre todo porque su propia solución personal para luchar contra el calentamiento global es la imposición de tickets de racionamiento de CO2) sino que se opone a ella por estimar que sería un golpe fatal para el crecimiento económico y el capitalismo.
El problema del calentamiento global como causa del cambio climático es en definitiva un aspecto secundario de este debate. Lo esencial es que se trata de un renacimiento del malthusianismo. En aras de reducir la población británica, Jonathan Porritt propone además que se prohíba la inmigración, lo cual le ha garantizado el apoyo del ministro laborista de Inmigración, Phil Woolas.
Voltairenet.org
De científico de GAIA a patrón del OPT (Trust para la Población Óptima)
James Lovelock, el científico responsable de la teoría de Gaia, describe a los ecologistas que hacen campaña sobre el cambio de clima pero ignoran el crecimiento demográfico como irracionales, ignorantes que “ocultan la verdad”.
El Dr. Lovelock, nuevo patrón del Trust para la población óptima (OPT) dijo que los dos problemas ambientales eran inseparables y que los verdes invitados “reconocen la verdad pero callan” sobre la conexión entre el crecimiento en número de los humanos y el calentamiento global.
En una declaración publicada por el Trust, dijo: “Los que no pueden ver que el cambio del crecimiento demográfico y de clima son dos caras de la misma moneda son ignorantes u ocultan la verdad. Estos dos problemas ambientales enormes son inseparables y discutir uno mientras que se ignora el otro es irracional”.
El Dr. Lovelock añadió: “¿Cómo podemos disminuir emisiones de carbono y la utilización del suelo mientras que el número de emisores y el espacio que ocupan aumentan implacablemente? ¿Cuándo los ecologistas que demandan "ser verde" reconocerán la verdad y hablarán claro?".
El Dr. Lovelock, que ha advertido que el cambio de clima causará la mortandad de masas humanas durante el siglo que viene, reduciendo el total de la población del mundo a tan poco como la mitad del mil millones (500 millones sobre los 6.800 largos actuales), se une a una lista distinguida de patrones que incluye a sir David Attenborough, el locutor y cineasta; el primatólogo y ecologista renombrado Jane Goodall; el Profesor Aubrey Manning, presidente de la fauna del Reino Unido; Jonathon Porritt, miembro de la Comisión BRITÁNICA de desarrollo sostenible; y sir Crispin Tickell, el ex-diplomático acreditado con el “ponerse verde” de la primera ministra Margaret Thatcher.
Roger Martin, miembro del OPT, dijo que lo encantaron para acoger con satisfacción al Dr. Lovelock como patrón del OPT. “El mundo debe concluir un nuevo tratado del cambio de clima en Copenhague en diciembre, así que éste es un momento para cualquier persona preocupada por el futuro de la humanidad y del planeta.
“Necesitamos desesperadamente recordar que el crecimiento demográfico futuro no es un "hecho" que deba ser aceptado pasivamente sino algo sobre lo cual tenemos control, y que limitándolo se podría por lo tanto desempeñar un papel mayor en la contención de las emisiones. **
Trágicamente, el movimiento verde ha elegido olvidar esto. Con la ayuda de individuos "eminentes" tales como James Lovelock, haremos lo mejor recordándolos”.
NOTAS:
* En una declaración anterior publicada este mes, OPT invitó a negociadores sobre el cambio climático a asegurarse de que las políticas de restricción de la población son adoptadas por cada estado en todo el mundo, para combatir el cambio de clima. Los programas de planificación familiar en los países más pobres se deben tratar como candidaturas legítimas para la financiación del cambio climático. Las políticas acertadas sobre población, que respondieron a la necesidad incumplida de una planificación familiar, podrían significar casi tres mil millones menos personas en 2050, una diferencia equivalente al 44 por ciento de la población (6,8 mil millones).
www.optimumpopulation.org/submissions/climatechange09.pdf
** Reproducción y las herencias de carbono de individuos, por Paul Murtaugh y Michael Schlax. La universidad de las ciencias oceánicas y atmosféricas/departamento de estadísticas, Oregon State University, disponible en sciencedirect.com, calcula que en los E.E.U.U. cada niño añade 9.441 toneladas de dióxido de carbono a la herencia del carbono de una hembra media, equivalente a 5,7 veces sus emisiones en el curso de su vida. El estudio concluye: “Las opciones reproductivas de una persona se deben considerar junto con sus actividades cotidianas al evaluar su último impacto en el ambiente global”. Ver también: Una estrategia sobre la base de la población del clima (informe de investigación del OPT).
Trad.: Carles Acózar i Gómez.
Basta de culpar a los pobres. Son los ricos los que están quemando el planeta
de The Guardian por George Monbiot. (Fr. & Eng. aprés/after). Trad.: Carles Acózar i Gómez.
El crecimiento de la población no es un problema, se produce en los países que consumen menos. Entonces, ¿por qué nadie acusa a los superricos?
No es una coincidencia que la mayoría de los que están obsesionados con el crecimiento de la población son personas blancas, a quienes ya se les ha pasado el arroz: es por lo único que no pueden ser acusados.
El verdadero problema no es la demografía sino el consumo excesivo de los países ricos, en el que los hiperafortunados dan una imagen ridícula, discute Monbiot.
El brillante científico de los sistemas de la Tierra, James Lovelock, por ejemplo, dijo el mes pasado "Aquel que no vea el crecimiento de la población y el cambio climático como dos caras de la misma moneda son ignorantes o se esconden de la verdad. Estos dos enormes problemas medioambientales son inseparables y discutir uno, ignorando el otro es irracional". Pero es Lovelock quien está siendo ignorante e irracional...
Un estudio publicado ayer en el Diario Environment and Urbanization pone de manifiesto que las regiones donde la población aumentó más rápidamente son aquellas en que las emisiones de dióxido de carbono se han elevado más lenta e inversamente.
Desde 1980 a 2005, el África subsahariana es la causa del 18,5% del crecimiento de la población mundial y sólamente del 2,4% del aumento de las emisiones de CO2.
Norteamérica sóla representa un 4% de los nuevos nacimientos pero un 14% de las emisiones suplementarias. El 63% por ciento del crecimiento demográfico mundial tiene lugar en regiones donde las emisiones de CO2 son muy bajas.
Pero estos simples hechos no describen enteramente la situación. Este estudio indica que el sexto de la población mundial es tan pobre que sus emisiones no son absolutamente significativas, siendo el grupo cuyo crecimiento es, al parecer, más elevado. Los hogares en la India que ganan menos de 3000 rupias al mes (43 € - 66 CHF) consumen por cabeza un quinto de la electricidad y un séptimo del combustible utilizados por un hogar que tenga una renta de 30.000 rupias o más.
Los que duermen en la calle casi no consumen nada.
Los que viven excavando las basuras (una parte importante de la población urbana de desheredados) tienen generalmente un saldo negativo de emisiones de gases de efecto invernadero.
Además, una buena parte de las emisiones de las cuales se considera responsables a los países pobres deberían en toda justicia asignarse a las naciones desarrolladas.
Por ejemplo, las llamaradas de las compañías petrolíferas exportadoras de Nigeria produjeron más gases de efecto invernadero que todas las demás fuentes del África subsahariana juntas. La deforestación en los países pobres es causada principalmente por la explotación comercial de la madera, la carne y los alimentos para animales destinados a los consumidores de los países ricos. Los campesinos pobres hacen muchos menos daños.
David Satterthwaite, el autor de este estudio, destaca que la vieja fórmula enseñada a los estudiantes en desarrollo, según cuál el impacto total (sobre el medio ambiente) es igual a la población multiplicada por la riqueza y la tecnología (I=PRT) es falsa. El impacto total debe medirse así: Consumidores x Riqueza x Tecnología. La mayoría de la población mundial consume poco, así que no figura en esta ecuación. Y es ella la que tiene más niños.
Mientras que sólo hay una muy escasa correlación entre recalentamiento global y crecimiento demográfico, hay por el contrario una fuerte correlación entre recalentamiento global y riqueza.
Recientemente lancé un vistazo sobre algunos superyates, del estilo al que acostumbran los Ministros laboristas. En primer lugar recogí las especificaciones del Real Falcon Fleet' s RF 135, pero cuando descubrí que no consumía más que 750 l. de fuel por hora, comprendí que éso no iba a impresionar a Lord Mandelson.
El Overmarine Mangusta 105, que bombea sus 850 litros por hora, apenas sorprendería en Brighton. Pero la tina que de verdad atrajo mi atención es construida por Wally Yates en Mónaco. El WallyPower 118, que confiere a los perfectos imbéciles un sentimiento de potencia -en jerga inglesa, wally significa imbécil, ndt- consume 3.400 l. por hora, cuando navega a 60 nudos. No está lejos de un litro por segundo. O medido de otra forma, 31 litros por kilómetro.
Por supuesto, para hacer un verdadero tabaco, debería ofrecer la teca y los accesorios en caoba de mahogany, algún jet-esquí, así como un mini submarino, transportar a mis huéspedes al puerto en jet privado y en helicóptero, ofrecerles sushis de atún rojo y de caviar beluga, y empujar el monstruo tan rápidamente que tajaría sutilmente al menos la mitad de las especies. Como proprietario de uno de estos yates causaría más daño a la biosfera, en 10 minutos, como la mayoría de los africanos no podrían hacerlo a lo largo de toda una vida. Ahí: éso calienta de verdad, bebé…
Una de mis relaciones, que frecuenta a gente muy rica, me dice que en el suburbio de los banqueros, el lower Thames valley, se calientan algunas piscinas exteriores a una temperatura suficiente para bañarse todo el año. Los propietarios adoran hundirse en su piscina durante las noches de invierno y observar las estrellas. La calefacción les cuesta 3200 € (4 900 CHFES) al mes. Cientos de miles de personas que vivieran como estos banqueros agotarían los ecosistemas indispensables para la vida más rápidamente que 10 mil millones de personas que vivieran como los campesinos africanos.
Pero al menos, los hiperafortunados tienen la exquisita actitud de no reproducirse mucho así, los viejos ricos que denuncian el crecimiento demográfico, les dejan tranquilos.
En mayo, el Sunday Times publicaba un artículo titulado: “Un club de multimillonarios anuncia que quiere reducir la superpoblación”.
Revelaba que “varios eminentes multimillonarios americanos se encontraron secretamente” con el fin de decidir qué buena causa deberían defender. “Un consenso surgió, consistente en apoyar la estrategia que combate el crecimiento demográfico, denunciado como amenaza medioambiental, social e industrial potencialmente desastrosa. En otras palabras, los ultraricos decidieron que son los muy pobres quienes contaminan el planeta. Da pena encontrar una metáfora. Está más allá de la caricatura.
James Lovelock, como Sir David Attenborough y Jonathan Porritt, es uno de los apoyos del Trust para un Óptimo de Población. Sólo una de tantas campañas y organizaciones caritativas entre docenas, cuyo único objetivo es desalentar a la gente a tener niños, en nombre del rescate de la biosfera.
Pero no conseguí encontrar una única fundación cuyo único objetivo consista en ocuparse del impacto en el medio ambiente de los muy ricos.
Los puntillosos podrían discutir que los que procrean rápidamente hoy pudieran enriquecerse en el futuro. Pero, mientras que los hiperafortunados se apropian de una parte siempre creciente y los recursos comienzan a agotarse, esta perspectiva, para la mayoría de los muy pobres, es cada vez más ilusoria. Hay fuertes razones sociales para ayudar al pueblo a controlar su demografía, pero no desde el punto de vista medioambiental, excepto para las poblaciones más fáciles.
El OPT ignora el hecho de que el mundo se dirige hacia una transición demográfica: el índice de crecimiento recula casi por todas partes, y según un artículo publicado por Nature, la población alcanzará un pico durante este siglo, probablemente hasta 10 mil millones. La mayor parte de este crecimiento tendrá lugar entre poblaciones que casi no consumen nada.
Pero nadie prevé una evolución del consumo. La gente tiene menos niños a medida que se enriquecen, pero no consumen menos, consumen más. Como lo muestra el modo de vida de los superricos, no hay límite en la busca del lujo por el hombre.
Como lo muestra el modo de vida de esos superricos puede esperarse que el consumo se desarrolle en paralelo al crecimiento económico hasta que los contadores de la biosfera alcancen el impulso.
Cualquiera que comprenda eso y considere, sin embargo, que no la población sino el consumo, plantea el principal problema “no quiere”, según las palabras de Lovelock, “ver la verdad”. Es la peor forma de paternalismo, que acusa a los pobres de los daños causados por los ricos.
¿Dónde están pues los movimientos que se manifiestan contra los que están podridos de pasta y destruyen nuestros ecosistemas? ¿Dónde están las acciones realizadas contra los superyates y los jets privados? ¿Dónde está pues la Lucha de Clases cuándo se tiene necesidad de ella? Es el momento de tener tripas para llamar a un gato, gato. No es el sexo el problema, es el dinero. No son los pobres el problema, son los ricos.
Trad. Carles Acózar i Gómez.
George Monbiot, The Guardian, le 28 septembre 2009
http://www.ddmagazine.com/George-Monbiot/
En français & english:
George Monbiot charge sabre au clair contre ceux qui affirment que la menace environnementale majeure serait la démographie des pays pauvres. « Ce n’est pas un hasard si la plupart de ceux qui sont obsédés par la croissance de la population mondiale sont de riches hommes blancs, trop âgés pour se reproduire : il s’agit de la seule question environnementale dont ils ne peuvent être tenus responsables», écrit-il. Le véritable problème n’est pas celui de la démographie mais de la consommation excessive des pays riches, dont les hyper-fortunés donnent une image caricaturale, argumente Monbiot.
Ce n’est pas un hasard si la plupart de ceux qui sont obsédés par la croissance de la population mondiale sont de riches hommes blancs, trop âgés pour se reproduire : il s’agit de la seule question environnementale dont ils ne peuvent être tenus responsables. Le brillant scientifique spécialiste des systèmes de la Terre James Lovelock a ainsi affirmé le mois dernier que « ceux qui ne parviennent pas à comprendre que la croissance démographique et le changement climatique sont les deux faces de la même pièce de monnaie sont soit ignorants, soit refusent de voir la vérité. Ces deux énormes problèmes environnementaux sont inséparables et il est irrationnel de discuter de l’un tout en ignorant l’autre. » Mais en l’occurrence, c’est Lovelock qui se montre ignorant et irrationnel.
Une étude publiée hier dans le journal Environment and Urbanization montre que les régions où la population a augmenté le plus rapidement sont celles où les émissions de dioxyde de carbone se sont élevées le plus lentement, et inversement. De 1980 à 2005, l’Afrique sub-saharienne est à l’origine de 18,5 % de la croissance de la population mondiale et seulement de 2,4 % de l’augmentation des émissions de CO2. L’Amérique du Nord ne représente que 4 % des nouvelles naissances, mais 14 % des émissions supplémentaires. Soixante-trois pourcent de la croissance démographique mondiale a lieu dans des régions où les émissions de CO2 sont très basses.
Mais ces faits bruts ne décrivent pas entièrement la situation. Cette étude indique que le sixième de la population mondiale est si pauvre que ses émissions ne sont absolument pas significatives. Tout en étant le groupe dont la croissance est apparemment la plus élevée. Les ménages en Inde qui gagnent moins de 3000 roupies par mois (43 € - 66 CHF) consomment par tête un cinquième de l’électricité et un septième du carburant utilisés par un ménage ayant un revenu de 30 000 roupies ou plus. Ceux qui dorment dans la rue ne consomment presque rien. Ceux qui vivent en fouillant les ordures (une part importante des citadins déshérités) ont le plus souvent un solde négatif d’émission de gaz à effet de serre.
De plus, une bonne part des émissions pour lesquelles les pays pauvres sont tenus responsables devraient en toute justice être attribuée aux nations développées. Par exemple, les torchères des compagnies pétrolières exportatrices du Nigéria ont produit plus de gaz à effet de serre que toutes les autres sources de l’Afrique sub-saharienne réunies. La déforestation dans les pays pauvres est principalement causée par l’exploitation commerciale du bois, de la viande et des aliments pour animaux destinés aux consommateurs des pays riches. Les paysans pauvres font bien moins de dégâts.
David Satterthwaite, l’auteur de cette étude, souligne que la vieille formule enseignée aux étudiants en développement, selon laquelle l’impact total (sur l’environnement) est égal à la population multipliée par la richesse et la technologie (I=PRT) est fausse. L’impact total doit être mesuré ainsi : Consommateurs x Richesse x Technologie. La majorité de la population mondiale consomme si peu qu’elle ne figure même pas dans cette équation. Et c’est elle qui a le plus d’enfants.
Alors qu’il n’y a qu’une très faible corrélation entre réchauffement global et croissance démographique, il y a par contre une forte corrélation entre réchauffement global et richesse. J’ai récemment jeté un coup d’œil sur quelques super-yachts, du style de ceux auxquels sont habitués les ministres travaillistes. J’ai d’abord parcouru les spécifications du Royal Falcon Fleet’s RFF 135, mais lorsque j’ai découvert qu’il ne consommait que 750 l. de fioul par heure, j’ai réalisé que ça n’allait pas impressionner Lord Mandelson. L’Overmarine Mangusta 105, qui pompe ses 850 l. à l’heure ne surprendrait guère à Brighton. Mais le rafiot qui a vraiment retenu mon attention est construit par Wally Yachts à Monaco. Le WallyPower 118 (qui confère aux imbéciles finis un sentiment de puissance [ En argot anglais, wally signifie imbécile - ndt ] ) consomme 3 400 l. à l’heure lorsqu’il file à 60 nœuds. Ce n’est pas loin d’un litre par seconde. Ou mesuré autrement, 31 litres au kilomètre.
Bien sûr, pour faire un vrai tabac, je devrais m’offrir du tek et des accessoires en acajou de mahogany, y ajouter quelques jet skis, ainsi qu’un mini sous-marin, transporter mes invités au port en jet privé et en hélicoptère, leur offrir des sushis de thon rouge et du caviar beluga, et pousser le monstre si rapidement que je hacherais menu au moins la moitié des espèces méditerranéennes. En tant que propriétaire d’un de ces yachts, je provoquerais plus de dégât à la biosphère en 10 minutes que la plupart des Africains ne peuvent le faire au long de toute une vie. Là ça chauffe vraiment, bébé...
L’une de mes relations qui fréquente les gens très riches me dit que dans la banlieue des banquiers, la lower Thames valley, certaines piscines extérieures sont chauffées à une température suffisante pour s’y baigner toute l’année. Les propriétaires adorent plonger dans leur piscine durant les nuits d’hiver et regarder les étoiles. Le chauffage leur coûte 3200 € (4 900 CHF) par mois. Cent mille personnes vivant comme ces banquiers épuiseraient les écosystèmes indispensables à la vie plus rapidement que 10 milliards de personnes vivant comme les paysans africains. Mais au moins, les hyper-nantis ont l’exquise attitude de ne pas se reproduire beaucoup, ainsi les vieux riches qui dénoncent la croissance démographique les laissent tranquilles.
En mai, le Sunday Times publiait un article titré : « Un club de milliardaires annonce qu’il veut réduire la surpopulation. » Il révélait que « plusieurs éminents milliardaires américains se sont rencontrés secrètement » afin de décider quelle bonne cause ils devraient défendre. « Un consensus a émergé, consistant à soutenir une stratégie s’attaquant à la croissance démographique, dénoncée en tant que menace environnementale, sociale et industrielle potentiellement désastreuse. » En d’autres termes, les ultra-riches ont décidé que ce sont les très pauvres qui polluent la planète. On peine à trouver une métaphore. C’est au-delà de la caricature.
James Lovelock, comme Sir David Attenborough et Jonathan Porritt, est l’un des soutiens du Optimum Population Trust. Ce n’est qu’une des campagnes et des organisations caritatives parmi des douzaines dont le seul but est de décourager les gens d’avoir des enfants au nom du sauvetage de la biosphère. Mais je n’ai pas réussi à trouver une seule fondation dont le seul objectif soit de s’occuper des impacts sur l’environnement des très riches.
Les tatillons pourraient argumenter que ceux qui procréent rapidement aujourd’hui pourraient s’enrichir dans le futur. Mais, alors que les hyper-nantis s’approprient une part toujours croissante et que les ressources commencent à se tarir, cette perspective, pour la plupart des très pauvres, est de plus en plus illusoire. Il y a de fortes raisons sociales pour aider les peuples à maîtriser leur démographie, mais pas du point de vue environnemental - sauf pour les populations plus aisées.
L’Optimum Population Trust ignore le fait que le monde se dirige vers une transition démographique : le taux de croissance ralentit presque partout, et selon un article publié par Nature, la population va vraisemblablement atteindre un pic au cours de ce siècle, probablement à 10 milliards. La majeure partie de cette croissance aura lieu dans des populations qui ne consomment presque rien.
Mais personne ne prévoit une évolution de la consommation. Les gens ont moins d’enfants à mesure qu’ils s’enrichissent, mais ils ne consomment pas moins - ils consomment plus. Comme le montre le mode de vie des super-riches, il n’y a pas de limite à la recherche du luxe chez l’homme. On peut s’attendre à ce que la consommation se développe parallèlement à la croissance économique jusqu’à ce que les compteurs de la biosphère atteignent la butée. Quiconque comprend cela et considère néanmoins que la population, et non pas la consommation, pose le principal problème « ne veut pas », selon les mots de Lovelock, « voir la vérité ». C’est la pire forme de paternalisme, qui accuse les pauvres des dégâts occasionnés par les riches.
Où sont donc les mouvements manifestant contre ceux qui sont pourris de fric et détruisent nos écosystèmes ? Où sont les actions menées contre les super-yachts et les jets privés ? Où donc est la Lutte de Classes quand on en a besoin ?
C’est le moment d’avoir les tripes d’appeler un chat un chat. Ce n’est pas le sexe le problème, c’est l’argent. Ce ne sont pas les pauvres le problème, ce sont les riches.
Stop blaming the poor. It's the wally yachters who are burning the planet
Population growth is not a problem - it's among those who consume the least. So why isn't anyone targeting the very rich?
Monday 28 September 2009 21.00 BST
It's no coincidence that most of those who are obsessed with population growth are post-reproductive wealthy white men: it's about the only environmental issue for which they can't be blamed. The brilliant Earth systems scientist James Lovelock, for instance, claimed last month that "those who fail to see that population growth and climate change are two sides of the same coin are either ignorant or hiding from the truth. These two huge environmental problems are inseparable and to discuss one while ignoring the other is irrational." But it's Lovelock who is being ignorant and irrational.
A paper published yesterday in the journal Environment and Urbanization shows that the places where population has been growing fastest are those in which carbon dioxide has been growing most slowly, and vice versa. Between 1980 and 2005, for instance, sub-Saharan Africa produced 18.5% of the world's population growth and just 2.4% of the growth in CO2. North America turned out only 4% of the extra people, but 14% of the extra emissions. Sixty-three percent of the world's population growth happened in places with very low emissions.
Even this does not capture it. The paper points out that about one sixth of the world's population is so poor that it produces no significant emissions at all. This is also the group whose growth rate is likely to be highest. Households in India earning less than 3,000 rupees (£40) a month use a fifth of the electricity per head and one seventh of the transport fuel of households earning 30,000 rupees or more. Street sleepers use almost nothing. Those who live by processing waste (a large part of the urban underclass) often save more greenhouse gases than they produce.
Many of the emissions for which poorer countries are blamed should in fairness belong to the developed nations. Gas flaring by companies exporting oil from Nigeria, for instance, has produced more greenhouse gases than all other sources in sub-Saharan Africa put together. Even deforestation in poor countries is driven mostly by commercial operations delivering timber, meat and animal feed to rich consumers. The rural poor do far less harm.
The paper's author, David Satterthwaite, points out that the old formula taught to students of development – that total impact equals population times affluence times technology (I = PAT) – is wrong. Total impact should be measured as I = CAT: consumers times affluence times technology. Many of the world's people use so little that they wouldn't figure in this equation. They are the ones who have most children.
While there's a weak correlation between global warming and population growth, there's a strong correlation between global warming and wealth. I've been taking a look at a few super-yachts, as I'll need somewhere to entertain Labour ministers in the style to which they are accustomed. First I went through the plans for Royal Falcon Fleet's RFF135, but when I discovered that it burns only 750 litres of fuel per hour I realised that it wasn't going to impress Lord Mandelson. I might raise half an eyebrow in Brighton with the Overmarine Mangusta 105, which sucks up 850 litres per hour. But the raft that's really caught my eye is made by Wally Yachts in Monaco. The WallyPower 118 (which gives total wallies a sensation of power) consumes 3,400 litres per hour when travelling at 60 knots. That's nearly a litre per second. Another way of putting it is 31 litres per kilometre.
Of course, to make a real splash I'll have to shell out on teak and mahogany fittings, carry a few jetskis and a mini-submarine, ferry my guests to the marina by private plane and helicopter, offer them bluefin tuna sushi and beluga caviar, and drive the beast so fast that I mash up half the marine life of the Mediterranean. As the owner of one of these yachts I'll do more damage to the biosphere in 10 minutes than most Africans inflict in a lifetime. Now we're burning, baby.
Someone I know who hangs out with the very rich tells me that in the banker belt of the lower Thames valley there are people who heat their outdoor swimming pools to bath temperature, all round the year. They like to lie in the pool on winter nights, looking up at the stars. The fuel costs them £3,000 a month. One hundred thousand people living like these bankers would knacker our life support systems faster than 10 billion people living like the African peasantry. But at least the super wealthy have the good manners not to breed very much, so the rich old men who bang on about human reproduction leave them alone.
In May the Sunday Times carried an article headlined "Billionaire club in bid to curb overpopulation". It revealed that "some of America's leading billionaires have met secretly" to decide which good cause they should support. "A consensus emerged that they would back a strategy in which population growth would be tackled as a potentially disastrous environmental, social and industrial threat." The ultra-rich, in other words, have decided that it's the very poor who are trashing the planet. You grope for a metaphor, but it's impossible to satirise.
James Lovelock, like Sir David Attenborough and Jonathan Porritt, is a patron of the Optimum Population Trust. It is one of dozens of campaigns and charities whose sole purpose is to discourage people from breeding in the name of saving the biosphere. But I haven't been able to find any campaign whose sole purpose is to address the impacts of the very rich.
The obsessives could argue that the people breeding rapidly today might one day become richer. But as the super wealthy grab an ever greater share and resources begin to run dry, this, for most of the very poor, is a diminishing prospect. There are strong social reasons for helping people to manage their reproduction, but weak environmental reasons – except among wealthier populations.
The Optimum Population Trust glosses over the fact that the world is going through demographic transition: population growth rates are slowing down almost everywhere and the number of people is likely, according to a paper in Nature, to peak this century, probably at about 10 billion. Most of the growth will take place among those who consume almost nothing.
But no one anticipates a consumption transition. People breed less as they become richer, but they don't consume less – they consume more. As the habits of the super-rich show, there are no limits to human extravagance. Consumption can be expected to rise with economic growth until the biosphere hits the buffers. Anyone who understands this and still considers that population, not consumption, is the big issue is, in Lovelock's words, "hiding from the truth". It is the worst kind of paternalism, blaming the poor for the excesses of the rich.
So where are the movements protesting about the stinking rich destroying our living systems? Where is the direct action against super-yachts and private jets? Where's Class War when you need it?
It's time we had the guts to name the problem. It's not sex; it's money. It's not the poor; it's the rich.
August 26 2009
GAIA SCIENTIST TO BE OPT PATRON
Greens “hiding from the truth” on population and climate change
James Lovelock, the scientist responsible for the Gaia theory, today (Wednesday, August 26) describes environmentalists who campaign on climate change but ignore population growth as irrational, ignorant or “hiding from the truth”.
Dr. Lovelock, whose appointment as a patron of the Optimum Population Trust is announced today, said the two environmental problems were inseparable and called on greens to “recognise the truth and speak out” on the link between rising human numbers and global warming.*
In a statement released by the trust, he said: “Those who fail to see that population growth and climate change are two sides of the same coin are either ignorant or hiding from the truth. These two huge environmental problems are inseparable and to discuss one while ignoring the other is irrational.”
Dr. Lovelock added: “How can we possibly decrease carbon emissions and land use while the number of emitters and the space they occupy remorselessly increases? When will the environmentalists who claim to be green recognise the truth and speak out?”
Dr. Lovelock, who has warned that climate change will cause mass human mortality over the coming century, reducing the world population total to as little as half a billion, joins a distinguished list of patrons which includes broadcaster and film-maker Sir David Attenborough; the world-renowned primatologist and environmentalist Jane Goodall; Professor Aubrey Manning, president of the UK’s Wildlife Trusts; Jonathon Porritt, former chair of the UK Sustainable Development Commission; and Sir Crispin Tickell, the ex-diplomat credited with the “greening” of former Prime Minister Lady Thatcher (for full list of patrons see below).
Roger Martin, chair of OPT, said he was delighted to welcome Dr. Lovelock as an OPT patron. “The world is due to conclude a new climate change treaty at Copenhagen in December so this is a critical time for anyone concerned with the future of humanity and of the planet.
“We desperately need to remember that future population growth is not a ‘fact’ to be passively accepted but something over which we have control, and that limiting it could therefore play a major role in curbing emissions.** Tragically, the green movement has chosen to forget this. With the help of eminent individuals such as James Lovelock, we will do our best to remind them.”
NOTES:
*In a statement issued earlier this month, OPT called on climate change negotiators to ensure that population restraint policies are adopted by every state worldwide to combat climate change. Family planning programmes in poorer countries should be treated as legitimate candidates for climate change funding. Successful population policies, which answered the unmet need for family planning, could mean nearly three billion fewer people in 2050, a difference equivalent to 44 per cent of current world population (6.8 billion). See: www.optimumpopulation.org/submissions/climatechange09.pdf
**Reproduction and the carbon legacies of individuals, by Paul Murtaugh and Michael Schlax, College of Oceanic and Atmospheric Sciences/Department of Statistics, Oregon State University, available on sciencedirect.com, calculates that in the US each child adds 9,441 tonnes of carbon dioxide to the carbon legacy of an average female, equivalent to 5.7 times her lifetime emissions. The study concluded: “A person’s reproductive choices must be considered along with [their] day-to-day activities when assessing [their] ultimate impact on the global environment.” See also: A Population-Based Climate Strategy (OPT Research Briefing).
Comentaris
http://dempeus.nireblog.com/post/2009/10/15/un-nuevo-malthusianismo-verde
Estem en sintonia.
Salut!