29-S: No es una huelga sino un referendum

La huelga del 29-S no es sólo una huelga contra una situación injusta, en que un gobierno traiciona su programa electoral y a su electorado con medidas contrarias a las prometidas y esperadas, sino un referendum contra un sistema político y un estado ilegales, fruto de una dictadura aún latente, y corrupto desde sus esencias legislativas y judiciales hasta sus instituciones municipales.

Es el referendum que no dejan hacer en Euskal Herria, Galizia, Andalucia o Catalunya por el derecho democràtico e irrenunciable a la libre autodeterminación de los pueblos.

Es el referendum arrebatado sobre la elección del sistema político, la impuesta herencia monárquica del fascismo falangista o una Tercera República que imponga la isotemía -igualdad jurídica de los ciudadanos ante la ley- en esta parcela de caciques latifundistas medievales de una vez por todas.

Es el referendum por una ley electoral justa y proporcional, en definitiva, democrática, en vez de la burla y el tocomocho zarzuelero con que nos pastelean los clanes del PP-PSOE y sucursales bancarias periféricas, repartiéndose el presupuesto en prebendas, salarios astronómicos y corrupciones a tutti confetti con sus primos banqueros y cardenales. Luego, claro, no queda para pensiones.

Es el referendum sobre una política basada en mentiras sobre lo ocurrido con la especulación, sus causantes y beneficiarios, la impunidad con que son tratados por un gobierno de incompetentes y lo que de ello se infiere: Definir España -y aliados- como una democracia es un insulto a la decencia pues, por todo lo destacado y más, ésto es una Plutocracia aristocràtica donde unos privilegiados tienen patente de corso y el resto se someten como clientes, satisfechos con las migajas del amo, o son perseguidos como esclavos fugitivos, privados de derechos civiles y aún de reconocimiento humano.

Es un referendum contra una ley antidemocrática e hipócrita, la de "Partidos" no fascistas, que criminaliza a los pueblos y sus naciones y santifica en el mismo saco a las víctimas inocentes causadas por el conflicto con un estado intolerante y absolutista y a los siervos de la represión, mientras ignora los cientos de miles de víctimas del franquismo y protege y premia a sus verdugos.

Es el referendum por el pasado que nos quieren seguir falseando y la vida futura que nos quitarán, a fuer de miseria, de tristeza, de cansancio, de desesperanza, de impotencia, de sumisión. Como las de tantos que en el metro, desde el piso, con el gas o con mataratas, llenan las morgues de la católica España y sus españolitos engañados, violados, sometidos e insultados, sin que nadie, ni dios ni su puta madre, protesten desde los púlpitos de mármol y los altares de oro y pedrerías, desde las togas púrpuras y los trajes cardenalicios a 2 millones de euros por modelito... y sin contar la lengerie! Ni siquiera salen en las hojas parroquiales, preocupadas por los abortos pero no por los que no nacerán porque no hay con qué mantenerlos...

Es el referendum por un estado racional, científico, humano y contemporáneo o por el mantenimiento de una estructura medieval obsoleta y podrida, basada en el esclavismo y la superstición, y en el control del capital y las riquezas del país por un pequeño grupo de rapaces sin ética, moral ni dignidad y sus bien pagados lacayos.

Es un referendum, pues, por el ser o no ser. Por aceptar el silencio y avergonzarse mañana ante nuestros hijos, por lo que callamos cuando podíamos gritar aún, o por salir y gritar bien alto, hasta la afasia: Que somos muchos y que seremos aún más. Y que decidiremos entre todos lo que hemos de ser, sin que haya de venir impuesto desde el Olimpo de unos dioses caducos, sobre cuyas tumbas ya danzaban, de la mano, Nietzsche y Zarathustra.