El maíz asesino de Monsanto


A mediados de abril, el Ministro de Agricultura alemán había activado la cláusula de salvaguardia contra el maiz transgénico de la corporación Monsanto MON810, uniéndose al grupo de los países que aplican el “principio de cautela” contra estos cultivos OGM, o modificados genéticamente.
Un tribunal administrativo alemán rechazó, el martes 5 de mayo, el recurso presentado por el grupo agroindustrial americano Monsanto contra la prohibición de cultivar su maíz OGM, tomada por Berlín a mediados de abril.
El tribunal administrativo de Brunswick, en el noroeste de Alemania, desestimó el recurso de urgencia de Monsanto, considerando que el cultivo de maíz MON810 de Monsanto representaba “después de un examen provisional una situación de riesgo que aconseja tal prohibición, como lo preve la ley sobre las biotecnologías”.
Para que tal decisión sea legítima no es necesario que exista un peligro claramente definido, basta que los indicios vayan en este sentido, considera el tribunal. Monsanto tiene la posibilidad de recurrir esta decisión. La empresa indicó a la AFP que “estudiaba la posibilidad de presentar nuevos elementos de derecho”.
En todo caso, un procedimiento sobre el fondo de la cuestión va a proseguirrse en Brunswick, en el que se mantendrán debates orales. Pero el tribunal precisó que no podía fijarse ninguna fecha por el momento.
El 14 de abril, el Ministro de Agricultura, Isle Aigner, había activado la cláusula de salvaguardia contra el MON810, basándose en “dos nuevos estudios” que aportan “nuevos elementos científicos” -en particular, el hecho de que el gen introducido por Monsanto en la semilla sea nocivo para las mariquitas y las mariposas. Alemania se ha incorporado, con Francia, Grecia, Austria, Hungría y Luxemburgo, a los países que rechazan estos cultivos en nombre “del principio de cautela”.
En Catalunya, el mayor productor de transgénicos de Europa, no hay principio de cautela. Sólo la desvergüenza de una conselleria de agricultura sometida a los intereses espúreos de los grandes propietarios y las corporaciones judeoyanquis que imponen la política, la educación y los pactos de silencio.
Sería bueno oir al señor Saura y a su socio proyanqui Romeva explicar su actitud acientífica de apoyo a la experimentación de Monsanto con la salud de la población y los cultivos ecológicos, contaminados precisamente por la porquería transgénica de Monsanto.
Máxime cuando numerosos científicos achacan las mutaciones víricas, como la de la gripe porcina, a los piensos transgénicos precisamente, y a sus efectos secundarios en el metabolismo de los animales con ellos alimentados. (Le Monde).


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