Podría ser: ¡Que España entera se rebelara contra el neofascismo!



El 20-N la derecha nazionalcatólica espera, una vez más, engañar a la mayoría de la población y conseguir que sus víctimas les voten. Porque saben muy bien que buena parte de su electorado les vota no por sus acciones, como aconseja un evangelio que nadie les recuerda, sino por sus mentiras creídas e ingeridas como vox dei por los creyentes no pensantes.


Pero podría ser que esa generación de más de 60 que es principal usuaria de la sanidad pública, junto con la afectada por enfermedades crónicas o la dependiente del pediatra y el ginecólogo, se haya apercibido de que, tras las evidentes mentiras de los gobiernos de PP y socios de CiU o PNB, se le está atacando en lo que más duele: las pensiones, la vivienda, el salario, la familia, la cobertura social y sanitaria: su existencia.


Y, como consecuencia de esa "iluminación" -para la que sólo hace falta contar la bolsa y el carrito de la compra, semana a semana y mes a mes-, las grandes esperanzas de la derecha y sus fanfarrias quedarían en "llanto y crujir de dientes",  la Gehenna de la derrota del eterno candidato Rajoy o sus paredros-compadres nacionalistas, tipo Duran Lleida. 


Sabiendo ya con meridiana claridad el electorado que los emolumentos soberanos de los corruptos se seguirán nutriendo de lo que se les roba a sus propios votantes, a los que viven de la menguada nómina, de salarios, pensiones e hipotecas generacionales, votar por el triunfo del PP es apostar por el suicidio colectivo de una sociedad, por el enfrentamiento social y por la liquidación de cualquier aspiración democrática.


Pues no hay justificación posible -aparte las descaradas y desvergonzadas de portavoces como el de CiU- ante muertes ya denunciadas, por falta de médicos, de medios, de ambulancias y por aparatos fuera de servicio o quirófanos con overbooking en un hospital de referencia europea como el de la Vall d'Hebron, o del nivel -que tuvo- el de Sant Pau. Y siendo muy conscientes de que si se han denunciado dos, y han llegado a los medios, es que los casos de falta de asistencia y las complicaciones en la salud de la población son y serán muchas más en lo sucesivo.


Porque 5 millones de parados son quince millones de personas en la miseria, faltas de lo más necesario, de lo imprescindible, no ya para una vida digna sino para la inmediata supervivencia.


Y las pruebas de lo que piensa hacer Rajoy no hay que sudar mucho para entenderlas, sólo mirar lo que ha hecho su colega en Portugal, tras prometer el oro y la salvación divina y misericordiosa: Quitar las pagas extras de Navidad -pensionistas incluidos- y la de junio si le dan una buena mayoría absoluta, rebajar salarios y aumentar impuestos a los que los pagan y rebajarse los impuestos ellos y sus amigos, eso mínimo que aún pagan tras habérselos reducido hasta dejar -con la ayuda de sus manitas esquilmando- las arcas públicas vacías para lo importante. 


Siempre dispuestos a un nuevo asesor, a otro sobresueldo, a un aumento de dietas y kilometraje mientras se usa el coche oficial, o a nuevos proyectos especulativos como tirar barrios obreros, céntricos y "mal aprovechados", para edificar nuevos proyectos superpijos a lo Calatrava-Urdangarín y cía.


Podría ser: Que la gente no fuera tan boba y estúpida como sus púlpitos, periódicos, radios y teles pregonan, presuponen e insisten. 


Y que la gente no haya olvidado quienes se hicieron emperadores con su dinero, casaron la hija e invitaron a la boda al conjunto de mafiosos más corruptos desde que el viejo fascista castrado estiró la pata, un 20-N. El mismo día en que los republicanos respondieron al fusilamiento del hijo de Francisco Largo Caballero con el del falangista e hijo de dictador José Antonio, al que habían ofrecido en intercambio. El mismo día que murió, por un disparo descuidado en un pié al que no dio importancia allá en Madrid y se le gangrenó -cuando no se había inventado la penicilina-, Buenaventura Durruti. 


Podría ser: Que aquellos que lucharon juntos, para que el fascismo no pasara en Madrid, recordaran y comprendieran la necesidad de votar el 20-N a la única opción de izquierdas segura, honesta y fiable, antes de que las calles se tengan que llenar de humo y barricadas para defender las libertades, la dignidad y la democracia. Antes de que debamos reencontrarnos con el gris oscuro de nuestra infancia y adolescencia. Antes de que el futuro de nuestros hijos sea escoger entre la esclavitud o la cárcel.

Comentaris

Anònim ha dit…
Un pequeño detalle, José Antonio era sobrino, no hijo, de Miguel P.de R.. Lo cual no cambia nada.

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