El por qué del pollo al cus cus, por decirlo de alguna manera
Cuando se montó el pollo en can Ben Alí y los 40 Trabelsi, nadie entendía nada. Cuando el corral se alborotó en la granja del vecino, y el gallo de morón se puso a saltar de Túnez y Argelia a Egipto, Yemén, Omán, Barein, Arabia Saudí, Marruecos y Mauritania, los corresponsales acordaron que siguieran -todos- no entendiendo nada. Hasta los grandes servicios de "inteligencia", perdieron de súbito toda su asombrosa capacidad según Hollywood y los mismos satélites se cegaron o miraban estrábicos, en castizo: "contra el gobierno". Luego el pollo extendió sus asombrosas alas de nazgul a Libia, donde, por arte de birlibirloque, los pacíficos pacifistas y defensores de los derechos humanos, van hasta los dientes de kalashnikovs made in Afganistan y ciegos de afgani negro (la exquisita mezcla del Viejo de la Montaña, Hassan ibn Sabbah, que ponía a sus fedayin ("hashishin") ciegos, a base de opio -muy adictivo- y hash afgani, uno de los más ricos en THC del mundo).